Nayara Artero (AJota): El camino incierto y tenebroso del Arte (Parte II)

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Nayara Artero (AJota): El camino incierto y tenebroso del Arte (Parte II)

Me llamo Nayara Artero, tengo 34 años y soy alicantina. Como autora del “Artista del Mes” del blog de ArteSOSlidario, este mes de febrero, el monográfico continuará versando sobre mí misma y mi obra, por lo que os lo contaré en primera persona. Si en la Primera Parte os hablé de mi recorrido por la animación, en esta Segunda Parte os hablaré de mi trayectoria artística más tangible, más plástica.

Durante mis estudios en Bellas Artes hice de todo: dibujo, pintura, escultura (sobre todo arte objetual), videoarte, ilustración, animación, fotografía…. Aun así me quedé con ganas de más, e incluso me arrepentí de la especialización que escogí: animación, porque me despojó de la posibilidad de aprender otras cosas como movimiento, grabado, dibujo anatómico y morfológico, pintura, escultura en metal, madera, piedra… Y tras los resultados desde el punto de vista laboral que conseguí en animación, me arrepentí, me arrepentí mucho.

 Escultura objetual

 

Viendo lo infructuoso de todo: los audiovisuales, la animación, el diseño gráfico, con todas y cada una de sus letras, decidí dedicarme a algo que ya había asomado su cabeza durante mis estudios de arte para decirme: “¡Eh! que yo también estoy aquí, soy algo que sabes hacer, te gusta mucho y te satisface”, esa vocecita que asaltaba mi mente era la de la Ilustración.

 Maqueta de la escenografía

 Escenografía para las charlas TEDx Alcoi Imaginacció de Nayara Artero (AJota) dirigida por Silvia Carbonell

 

Después de haber estudiado un Máster de Profesorado (en el que gracias a Silvia Carbonell me involucré en un voluntariado de escenografía para unas charlas TEDx), un curso de Peluquería Canina y otro de Auxiliar de Veterinaria en busca de un empleo estable y ante puertas y puertas cerradas (sobre todo debido a la falta de experiencia laboral, daba igual en qué rama de mis estudios, al final siempre me tropezaba con una pila de mis currículums rechazados por tal o cual empresa), decidí embarcarme en el mundo de la Ilustración, todo sea dicho gracias a un empujoncito, o más bien, un empujón: el de un psicólogo valenciano que ejerce en Alicante en cuyas manos caí por casualidad. Tras una enorme crisis que involucraba a las imágenes, a las que tomé verdadero pavor y rechacé profundamente, él me ayudó a retomar mis habilidades.

Así es como en el año 2019 decidí emprender el camino de la Ilustración más seriamente, estudiando, de nuevo, esta vez en la Escuela de Arte y Superior de Diseño de Alcoy (Alicante). Durante la pandemia y para uno de los trabajos de la escuela conseguí llevar a cabo una reinterpretación de un cuento clásico: El Flautista de Hamelín, que ya inicié vagamente con un curso, de la plataforma Doméstika, de Adolfo Serra, y con el que consolaba mi fervor creativo. El Flautista de Hamelín, que se encuentra en proceso de publicación (o puede que no; aún debe pasar un segundo filtro en la editorial interesada) es quizá mi única obra completa por el momento. Esto se debe a una razón, mi mente funciona tan rápido con las ideas, que desarrolla y desarrolla, hasta el punto de que si quiero iniciar una obra, para cuando la he terminado de realizar, paralelamente he agotado la idea, me he cansado de ella y he abandonado el proyecto porque lo encuentro pasado de moda con respecto a mis últimas ideas. Es por ello, que tengo muchos frentes abiertos.

Algunas ilustraciones de El Flautista de Hamelín


El Flautista
me hacía preguntarme por qué tuve que elegir el camino del Arte: lleno de maleza, pedregoso, enrevesado, oscuro y taciturno, y no el de la Medicina que tiene una calzada delicadamente construida, dirigida, repleta de flores e iluminada. Siempre me quedará la duda de si podría haber sido Médico, haber hecho el MIR, y conseguir mi plaza fija sin mayores preocupaciones. Pero elegí el camino incierto y tenebroso del Arte. 

El Flautista de Hamelín trata el cuento clásico como un myse en abyme, o lo que es lo mismo un bucle sin fin. Su protagonista es un individuo con el que me identifico porque es artista y cuyo trabajo es tomado a risa por los pueblerinos que consideran que tocar la flauta es fácil y por ello no deben pagar por sus servicios, restando todo valor a su producción artística. A pesar de ser un cuento dirigido a niños tiene un matiz crítico, un segundo nivel de lectura. Normalmente, toda mi obra tiene segundos niveles de lectura o segundos significados. Entiendo el arte como una conjunción entre plástica y concepto que deben retroalimentarse, es decir, la plástica debe apoyar el concepto y el concepto debe ir en consonancia con una plástica que lo refuerce. Dentro de lo que es el concepto, en ocasiones me gusta añadir estos ligeros matices críticos si el objeto de arte en cuestión me lo permite. El Flautista de Hamelín, al tratarse de una leyenda de partida, me permitía añadir tales matices y desarrollar tal idea creando una reinterpretación más evidente de la idea subyacente y actual que contiene el cuento clásico.

 Ilustraciones digitales en Photoshop

 

Hasta aquí ya conocéis algunos de mis referentes, al menos en animación. Pero tengo muchísimos referentes, tantos que no podría nombrar todos y cada uno de ellos, pues además los adapto a la producción concreta que lleve entre manos, aunque sí puedo subrayar los que más impresión me causan: la infancia, la cultura gótica, el cine mudo y expresionista, y el de ciencia ficción, la literatura juvenil (mi autor favorito es Roald Dahl y mi libro favorito es La Historia Interminable), lo retro en general, la saga Star Trek (a mí la fuerza no me acompaña, pero sí pretendo que una próspera y larga vida). Por mis referentes, se podría afirmar que tengo la cabeza más allá de las nubes, en las estrellas. Siempre he huido de la realidad de una manera u otra: a través del arte o través del sueño (sí, duermo mucho; me gusta, en sentido literal y figurado, soñar). Soñar. Tras el tortuoso camino laboral del fracaso artístico, sólo me queda soñar. La Ilustración, a pesar de ser mi salvación, sigue sin ser mi sustento, pues como dice, uno de los amigos de mi padre, “el Pepe d’Almería”: “artista es aquel que vive del arte” y, por extensión, ilustrador es aquel que vive de la ilustración. Y, de momento, yo sólo vivo. Y aunque me gustaría, no puedo considerarme ilustradora o artista a pesar de que mi producción pertenezca al Arte o al Arte de la Ilustración.

Ilustración al acrílico y tinta El cuervo y el zorro

Un deseo que albergo es el de convertirme en ilustrautora, como Marija Tiurina, aunque produzca de vez en cuando algún libro como autora y/o ilustradora al modo de Flavia Z. Drago, Roger Olmos, Shaun Tan o cualquier otro ilustrador dedicado al ámbito editorial. Puede que mi primer intento como ilustrautora lo diera con mi ilustración El Cuervo y el Zorro; sin embargo, no he centrado mis referentes y mi forma de hacer: el maldito estilo. Y digo maldito porque es algo que a los ilustradores trae de cabeza: encontrar su propia voz. Consigo desarrollar diferentes estilos para diferentes proyectos, pero no un único estilo por el que hacerme reconocible.

 
 Metamorfosis, boceto y óleo sobre lienzo 

 

Normalmente mis trabajos siempre han ido ligados a lo académico aunque los haya intentado dirigir hacia una vertiente más personal. Así podemos encontrar algunos de mis cuadros como: Space Opera (centrado en una regresión y búsqueda de ‘El otro lado’), Metamorfosis o La Boda de Consuelín (siendo parte del proyecto pictórico Neurosis Ornitológica que nunca llegué a completar/continuar), portadas de libros como los de Lolita o El Señor de las Moscas, Ilustraciones tradicionales como Chocolate con Churros inspirada en los antiguos cartoons de los años ’30, objetos ilustrados, ilustración científica y vectorial e ilustraciones con técnicas húmedas como la acuarela o la tinta de las que me encantan sus acabados con pincel o con plumilla como en: Japonesa o Nautilus.

Portada al óleo de Lolita Chocolate con churros, ilustración a la acuarela y lápices de colores
Payaso, Objeto ilustrado Japonesa, ilustración a tinta

 

Enfrentarse al síndrome de la hoja en blanco es difícil y me animo a superarlo en cada imagen que me propongo hacer, y, si no puedo, me dirijo a uno de mis queridos cursos online con los que emprender algún nuevo proyecto, aprender y superarme. Uno de mis últimos trabajos de este tipo fue el que realicé con Adolfo Serra sobre el Tarot mediante ilustraciones al acrílico de tres Arcanos Mayores. Aunque todavía me queda mucho por aprender y, lo más importante, he de hacer un significativo esfuerzo de reflexión para encontrar unos referentes férreos que me ayuden a seguir los pasos de la ilustrautoría, no desistiré en mi pasión y obsesión por la Ilustración.

 

 Tres Arcanos Mayores ilustrados al acrílico

 

Mi historia y camino debe ser la de muchos que en su tesón no pueden hacerse hueco en el difícil e insuficiente mercado laboral español y siguen soñando y siguen luchando por ganar la batalla dominada por el uróboros de la inexperiencia (la negativa ante un puesto de trabajo debido a la insuficiente experiencia laboral). Siento no poder aconsejaros, pero esta es mi historia. Por supuesto, esta historia continuará, soy joven, pero no sé por qué itinerarios porque estoy cansada, muy cansada, y, si algún día se presenta la oportunidad, mi agotada y angustiada psique podría rechazarla.

La llama de la ilusión es ardiente, pero débil, tan débil que una leve brisa podría apagarla.

Por un mundo mejor, más solidario y sostenible,
con el arte y la cultura como herramientas